Reportajes escritos de historias reales, vivencias de un
hombre que asumió el papel de otros para comprobar una realidad, demostrar que
los hechos no están sólo en declaraciones y entrevistas.
Distintos personajes envolvieron a este hombre con un único
fin, exponer la realidad de una Alemania federal naciente, lejos de guerras, la
imagen de un país industrial que aparentaba algo muy lejos de su realidad.
Es el periodista indeseable; con sus letras expuso el peor
escenario que enfrentan los extranjeros en un país como Alemania, las historias
que afrontan los obreros, los pobres, los necesitados de dinero.

Günter Wallraff enfrentó censura y demandas pero también
convirtió sus escritos en peligrosas revelaciones, en denuncias contra un
sistema controlador y en publicaciones con verdades evidentes.
Fue en un bazar de la ciudad de Puebla como el libro “El periodista Indeseable” (1979) llego a
mis manos, producto de un regalo que me llevó a desmenuzar la historia de este
alemán - hasta el momento- el único periodista que se ha atrevido a desafiar a
un sistema. Así una vez concluida su lectura, me lancé a la búsqueda de “Cabeza de Turco” (1985), publicación que
conmocionó a Alemania, un verdadero fenómeno sociocultural.

Historias construidas, relaciones entretejidas con grupos de
poder; decía Wallraff “no hay Bild
sin asesinato, ni asesinato sin Bild.
Los asesinos producen cada día el abono necesario para que la plana Bild crezca bien”. Historias vendidas,
relevaban los hechos prioritarios.
Con cuatro meses en la redacción de Bild, el periodista descubre la realidad: ninguna participación en
la toma de decisiones, solicitud de datos que sólo se almacenan, estás
programado y tu jefe posee el código, te señala con el dedo la dirección a
seguir, “tú ya no participas, los seres humanos auténticos te resultan
indiferentes”.
En ese momento te das cuenta -tú cómo lector, tú cómo
periodista- que aún existe una pequeña llama que te pide mantener vivos los
sueños de masas, sin embargo, los mercaderes de sueños acaban de creerse sus
propias historias, todavía siguen cautivos con sus artículos cuando los leen al
día siguiente, al fin impresos. “Yo estoy en el diario, luego existo”.
Wallraff reveló las entrañas más oscuras del periodismo. Los
lectores descubrimos que no es sólo Alemania, que un cuadro similar se observa
en las redacciones mexicanas, fabricantes de sueños e ideales, de escenarios
construidos y hechos fabricados.
Siendo sólo un peldaño, el periodista indeseable asume una
metamorfosis que lo lleva a vivir la historia de un turco en Alemania; pasaron
10 años para que considerara la representación de este nuevo papel, el miedo lo
consumía, pese a ello lo enfrentó todos los días.
Un obrero de industrias xenofóbicas, un trabajador que
descubrió la falta de valores humanos dentro de la marca de comida rápida más
famosa en EU , un conejillo de indias que aceptó inyecciones de todo tipo de
químico para subsistir, el chofer de la avaricia encarnada en hombre, el gestor
de organizaciones dedicadas a la trata de extranjeros…
Inmigrante en una Alemania federal que había dicho adiós al
nazismo pero que había dado la bienvenida a la xenofobia, así Wallraff enfrentó
lo que es vivir en medio del odio entre hombres, de la humillación, vergüenza y
rabia.
Con la imagen de Alí, el turco, el periodista indeseable
reveló las historias detrás de quienes llegan a un país en busca de mejores
oportunidades, historias de empresas y hombres que abusan, hablamos de salarios
bajos, condiciones de trabajo infrahumanas, donde los extranjeros deben
ensuciarse las manos de un trabajo que un alemán no debe permitirse.
Günter Wallraff, el periodista, nos muestra -a través de estos libros- un periodismo que no se ha vuelto a ver en ninguna parte del mundo, y que tal vez esté lejos de volverse a escribir; las voces que callan son mayores y crecen al paso de las grandes corporaciones editoriales y sus negocios con los grupos de poder, sólo queda preguntarnos ¿cuánto de eso vamos a permitir para que sigan construyan nuestro consumo informativo?
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