Poza Rica y Minatitlán, tradición petrolera alejada del desarrollo

El petróleo es de todos los mexicanos, dicen que es nuestro patrimonio, que es la mayor riqueza del país, que ahora con la reforma energética habrá mayor inversión, mayor extracción, mayor ganancia… ¿pero realmente nos hará ricos a los mexicanos?

 

Si esta pregunta se la hacemos a la gente de Poza Rica o Minatitlán en Veracruz, tal vez la respuesta no sea favorecedora. Ambos municipios tienen una historia con Petróleos Mexicanos (Pemex) de más de 60 años.

 

Aunque el compromiso era de desarrollo y progreso, la realidad en estas ciudades veracruzanas dista mucho de aquel discurso. En el sitio web oficial de Pemex, se enmarca la leyenda “Pemex Gas cumple con el compromiso con los habitantes en cuanto a la responsabilidad social y la protección al medio ambiente de la ciudad de Poza Rica, Veracruz”

 

Los complejos de Pemex en Poza Rica y Minatitlán se dedican al procesamiento de gas natural, aseguran eliminar los contaminantes mediante procesos industriales limpios. Además de este proceso, ambas ciudades forman parte del mapa de yacimientos productores de crudo en la región.

 

El objetivo, a la llegada de Pemex, era el progreso y el compromiso por un medio ambiente sano, sin embargo, estas ciudades veracruzanas mantienen altos índices de marginación, pobreza y bajo desarrollo social.

A la par de su especialización productiva, estas ciudades presentan graves problemas medioambientales que ponen en riesgo la vida y salud de sus habitantes, advierte la consulta Aregional en la tercera edición de su Índice de Competitividad Sistémica de las Ciudades Mexicanas (ICSar).

 

El estudio ubica a estas localidades, junto con Salamanca en Guanajuato y Tehuantepec en Oaxaca, como zonas cuya vocación de industria pesada y extracción de petróleo e hidrocarburos representan su mayor riesgo, el reflejo de una ciudad sin progreso, con baja competitividad y pobreza.

 

En Veracruz existe 4 mil 141 personas en condiciones de pobreza, de los cuales mil 122 presentan escenarios extremos en carencia económica, alimentaria y patrimonial, esto de acuerdo con la medición de pobreza 2012 del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

 

El bajo nivel de competitividad que presentan estas ciudades responde a los rezagos en términos de bienestar social, reducida demanda local, nula presencia de redes inter-empresariales, incipiente fomento tecnológico, baja recaudación y entorno laboral difícil.
 

 

Las diez urbes menos competitivas son: Tecomán, Apatzingán, Fresnillo, Acayucan, La Piedad-Pénjamo, Zitácuaro, Tuxtepec, Rioverde- Ciudad Fernández, Comitán de Domínguez y Tehuantepec.

 

En un grado medio se ubicaron las ciudades de: Matamoros, Veracruz, Reynosa-Río Bravo, León, Pachuca y Puebla-Tlaxcala, así como Culiacán, Ciudad Obregón, Hidalgo del Parral y San Luis Río Colorado. Aunque presentan inversión y especialización en manufacturas y servicios de alto valor agregado, aún mantienen escenarios de marginación que contraponen su avance.

 

En contraste, el norte del país mantiene su hegemonía con las urbes más competitivas resultado de su vocación productiva industrial y vocación turística, hablamos de ciudades con especialización económica, acceso a nuevas tecnologías, población con alto nivel académico, disponibilidad en centros públicos de investigación y alta vocación exportadora.

 

Así podemos pasar del Valle de México a Monterrey, con una infraestructura que rebasa las barreras de comunicación y conexión, o de Los Cabos a Cancún y La Paz con una fuerte demanda local que refleja sus altas remuneraciones, incluso llegar a Chihuahua o Tijuana, atravesando Guadalajara o Querétaro donde la penetración financiera y alta capacidad recaudatoria son ejemplo nacional y consolidan su sólida base económica y social.

 

La urbanización en México presenta esta disparidad, mientras en 1950 sólo el 28 por ciento de los mexicanos habitaba en ciudades, para 2010 dicha proporción se elevó a 72.3 por ciento. 

 

Mientras Pemex arraiga la cultura de ciudades con bajo nivel competitivo, la industria hace su trabajo en el norte del país, mejorando las condiciones de vida de los habitantes, elevando la sustentabilidad de las localidades y ofreciendo entornos que difícilmente podrían compararse con el sur del país.